“No hay transmisión (del virus) generalizada ni no detectada en Nueva Zelanda (…) Hemos ganado esta batalla”. Con estas palabras la primera ministra Jacinda Ardern anunció el tan esperado objetivo de lograr cero contagios comunitarios en el país, que desde un principio decretó durísimas restricciones para combatir el coronavirus, informa El Clarín de Argentina.
Recién con este anuncio, el nivel de alerta bajó este lunes un grado del máximo de 4 en el que se encontraba, tras cinco semanas de restricciones.
Por ejemplo, algunas empresas, los establecimientos que ofrecen comida para llevar y las escuelas tienen autorización para reabrir.
Sin embargo, Ardern recordó que no existía ninguna certeza sobre el momento en que desaparezca totalmente el riesgo.
Nueva Zelanda había ordenado a finales de marzo un confinamiento de cuatro semanas, que implicó también el cierre de las fronteras, la obligación de quedarse en casa, el cierre de comercios y la suspensión de todas las actividades no esenciales.
El país ha registrado 1.122 casos del nuevo coronavirus, con 19 muertes. En las últimas 24 horas, se detectó un solo nuevo caso de covid-19.
Pero la reapertura de ciertas actividades no esenciales no termina con el estricto distanciamiento social.
“Estamos abriendo la economía, pero no estamos abriendo la vida social de las personas”, aclaró la premier.
Se requerirá que la mayoría de las personas permanezcan en casa en todo momento y eviten todas las interacciones sociales.
La directora general de Salud de Nueva Zelanda, Ashley Bloomfield, dijo que el bajo número de nuevos casos en los últimos días “nos da confianza de que hemos logrado nuestro objetivo de eliminación”.
Advirtió que “eliminación” no significaba que no habría nuevos casos, “pero sí significa que sabemos de dónde vienen nuestros casos”.
Según Ardern, “no hay transmisión comunitaria generalizada no detectada en Nueva Zelanda”. Pero el país, siguió, “debe permanecer vigilante si queremos mantenerlo así”.
Qué medidas se tomaron
Desde un principio, Nueva Zelanda introdujo algunas de las restricciones más duras del mundo sobre viajes y actividades, cuando apenas contaba con unas pocas docenas de casos.
Cerró sus fronteras, comenzó a imponer la cuarentena a todas las personas que llegaban al pas, impuso un estricto bloqueo y montó una extensa operación de pruebas y rastreo de contactos.
Las playas y los parques infantiles se cerraron el 26 de marzo, al igual que las oficinas y las escuelas. Los bares y restaurantes también se cerraron, incluso para delivery o take away.
Ardern dijo que los modelos indicaron que Nueva Zelanda podría haber tenido más de 1.000 casos al día si no hubiera aplicado el cierre tan temprano.
Explicó que el país nunca podría saber qué tan malo hubiera sido, pero que “a través de nuestras acciones acumuladas hemos evitado lo peor”.
La ubicación remota de Nueva Zelanda y las fronteras fácilmente sellables jugaron a su favor cuando estalló el brote, dicen los expertos.
Pero el gobierno también ha sido elogiado por la claridad de sus mensajes durante la crisis.
Nueva Zelanda y su primer siempre estuvieron dentro de la lista de países y mujeres líderes que mejor llevaron adelante las medidas contra la epidemia, lo mismo que la Alemania de Angela Merkel.
“Debemos luchar yendo duro y yendo temprano”, había dicho Ardern en un principio, y cumplió.
¿Y ahora qué?
Con los resultados sobre la mesa, a primera hora de este martes, Nueva Zelanda pasará del bloqueo de Nivel Cuatro al Nivel Tres. Eso significa que la mayoría de las empresas podrán reabrir, incluidos los restaurantes para llevar, pero no aquellos que involucren contacto cara a cara.
A los neozelandeses se les dice que se queden en su “burbuja”, un pequeño grupo de amigos cercanos o familiares, y que se mantengan a 2 metros de la gente.
Las reuniones masivas aún están prohibidas, los centros comerciales permanecen cerrados y la mayoría de los chicos permanecerán fuera de la escuela. La frontera también permanecerá cerrada.
La importancia del liderazgo y la comunicación
Al igual que en con Australia, el otro país que hizo bien los “deberes” y aplastó la curva, el público inicialmente se resistió a las medidas y luego cumplió, en parte porque la información que fluía de los funcionarios en todos los niveles era en gran medida consistente.
El conservador premier australiano Scott Morrison eligió la radio, mientras que Ardern prefirió Facebook Live. Pero ambos recibieron elogios de los científicos por escuchar y adaptarse a la evidencia.
“Es un caso de políticos que simplemente no se interponen en el camino”, dijo Ian Mackay, un virólogo de la Universidad de Queensland que ha participado en la planificación de la respuesta a la pandemia. “Es una mezcla de cosas, pero creo que todo se reduce a tomar consejos basados en la experiencia”.
Los resultados son innegables: Australia y Nueva Zelanda han aplastado la curva. Australia, una nación de 25 millones de personas ha registrado un total de 6.670 infecciones y 78 muertes. Tiene una tasa de crecimiento diario de menos del 1%, con pruebas per cápita entre las más altas del mundo.
La tasa de crecimiento diario de Nueva Zelanda, después de un rápido aumento en marzo, también está por debajo del 1%, en un país de 5 millones.
Estas cifras acercan a los dos países a Taiwán y Corea del Sur, que han controlado la propagación del virus por ahora.
Todo comenzó con los científicos. En Australia, tan pronto como China lanzó el código genético para el coronavirus a principios de enero, los patólogos en los laboratorios de salud pública comenzaron a compartir planes para las pruebas. En cada estado y territorio, pasaron por arriba de los políticos.
Con información de AFP, The New York Times y BBC News