“Cuida a mis hijos que te aman como si fueras su madre. Siento que me voy y pierdo las fuerzas”. Esas fueron las últimas palabras que le dijo Sandra Quishpe, de 35 años, a su hermana, antes de morir tras ser atacada por cuatro perros en el barrio San Luis de Chillogallo, sur de Quito.
La tarde de este miércoles, 14 de febrero del 2018, los familiares de la víctima recordaron cómo fueron sus últimas horas de vida. Ella ingresó a las 07:40 del 9 de febrero al Hospital Enrique Garcés (sur) y falleció a las 15:00.
En ese tiempo, ella conversó con sus parientes pese a las graves heridas y antes de ingresar al quirófano.
“Esos perros me arrastraron, tenían una ansiedad de comer carne y me mordían como querían ¡Tenía mucho miedo! Yo les gritaba y ustedes no me escuchaban”, eso le dijo a Michelle Lema, hija de la víctima.
“También nos dijo que le dolían mucho las piernas”, añadió la joven. Tras el ataque, Sandra estaba irreconocible -según sus allegados- bañada en sangre.
Los perros le rompieron parte del cuero cabelludo y huesos de la cabeza. Le devoraron el talón y el músculo de la pierna. Se le veían las venas y arterias del brazo. “A lo que salió a las 05:00, los perros le agredieron, como más pudieron. La arrastraron. Encontré la chompa, medias, parte de la ropa”, relató Nataly Lema, hija de la mujer fallecida, al caminar por el lugar donde su madre fue atacada.
Sandra se dirigía a su trabajo, en Iñaquito. “Ella trabajaba, nos mantenía a todos, nos daba todo para la comida, porque cuando mi papá y mi esposo a veces no tenían trabajo, ella nos daba todo”, señaló Nataly.
Piden justicia
Luego agregó que desea que el caso sea llevado a las autoridades para que la muerte de su madre no quede impune. Hernán Lema la encontró herida. Refirió que el ataque se produjo en un pequeño sendero de tierra y hierbas.
Los parientes de Sandra Quishpe acudieron la tarde del miércoles a la Fiscalía para presentar la denuncia. Piden que se haga justicia y este caso no termine en la impunidad.
Junto a la casa de la víctima vive la propietaria de los cuatro perros (Tomás, Daki, Lazy y Drago). La tarde del 14 de febrero, ella pidió la reserva de su identidad y dijo que se defenderá legalmente ante una demanda. Lamentó lo sucedido.
“Con este problema de que ha suscitado un caso fortuito, un accidente. Los perros, no sé de qué forma, amanecen afuera. Como usted ve aquí hay un cerramiento grande, un terreno de 1 300 metros en donde los perros recorrían por aquí. Tal vez nosotros los teníamos por precaución porque, como usted ve, este barrio es campo y aquí me han robado, se roban las cosas. Por eso tenía los perritos, pero esto que ha sucedido es muy grave, estamos consternados, sufridos por ser vecinos, por los perros que causaron esto”.
Tras lo ocurrido, la noche del 10 de febrero, empleados del Municipio de Quito llegaron hasta su casa y se llevaron las mascotas. “Nos retiraron a los perros la noche del sábado, a las 20:00. Llegaron funcionarios del Municipio, de la Agencia Metropolitana de Control. Me defenderé con mi respectivo abogado porque tengo derecho a defenderme”, dijo la mujer.
Posibles cargos penales
Una pena privativa de libertad, de 3 a 5 años, podría ser la sanción para el dueño de un perro que ataque a una persona hasta causarle la muerte. Esto se aplicaría con base en el artículo 145 del Código Orgánico Integral Penal (COIP).
Así lo indica Walter Enríquez Vásquez, abogado y exdecano de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Central del Ecuador. A su juicio, lo que se evaluaría con el debido proceso, en un hecho de esta índole, es el grado de responsabilidad frente al cuidado que debe tener el dueño con su mascota.
La legislación sería aplicable al caso que generó alarma social, ya que cuatro canes atacaron a una mujer, argumentó el jurista. Es decir, el propietario tuvo que ser precavido en el cuidado de sus animales. Además, dice, Enríquez, debería tomarse en cuenta al artículo 27 del mismo Código.
“Actúa con culpa la persona que infringe el deber objetivo de cuidado, que personalmente le corresponde, produciendo un resultado dañoso. Esta conducta es punible cuando se encuentra tipificada como infracción en el COIP”. No hubo una actitud dolosa –acotó el doctor Enríquez- pero sí hubo una de orden culposo.
En cuanto a los daños y perjuicios, en su momento, el dueño de los animales debe responder como responsabilidad civil.
Diario El Comercio recorrió el barrio donde se produjo la muerte de Sandra. Sus familiares la recuerdan trabajadora, en su puesto de venta de frutas en el mercado Iñaquito. Antes de morir le pidió a su hija que terminara el colegio y que la iba a apoyar en sus estudios. También apoyaba a su esposo, Segundo Lema, quien trabaja en tareas de construcción. (I)
Fuente: Diario El Comercio.