La convivencia con la pareja en el aislamiento que se mantiene por la emergencia sanitaria del coronavirus, puede hacernos reflexionar sobre la fortaleza de nuestra relación.
Casarse o vivir en pareja es una de las decisiones más importantes y difíciles de nuestra vida. No siempre se planifica, en muchas ocasiones son las circunstancias las que nos “obligan” a hacerlo; otras veces es la presión social la que nos incita a que pronto nos casemos: “¿todavía soltera?”, “soltero maduro…”, “¿para cuándo la boda?”, “¿para cuándo los hijos?”, “recuerda que más tarde hay dificultades para tener hijos”.
Mientras que para un sinnúmero de hombres el matrimonio suele generar en ellos miedo al compromiso y a perder la libertad, para muchas mujeres es el sueño de sus vidas. Algunas parejas deciden primero experimentar vivir juntas antes de casarse (por temor a que no funcione), otras sólo lo hacen si hay matrimonio de por medio. ¿Estamos preparados para dar ese gran paso?
¿Hay una edad adecuada para vivir en pareja?
En el ser humano no hay nada absoluto, cada pareja tiene una forma muy particular de funcionar; sin embargo, no es recomendable que parejas jóvenes (adolescentes de entre 12 y 20 años) decidan vivir juntos, definitivamente no están preparados psicológicamente para esa etapa. Los matrimonios jóvenes tienen una tasa muy alta de separación, las probabilidades de divorcio disminuyen si los matrimonios ocurren después de los 30 años; no obstante, vale decir también que, la edad no determina la madurez emocional de una persona. Alguien puede tener 40 años y no estar preparado emocionalmente para esa decisión, en contraste, habrá otro de 30 que quizá ya se sienta listo para dar ese paso. Estar preparado para casarse o vivir en pareja, no pasa siempre por una edad cronológica, sino emocional, pero lo que sí es incuestionable que un adolescente no está apto para tal decisión.
Hay malos pronósticos en matrimonios jóvenes, en noviazgos cortos (menos de un año) y en noviazgos muy extensos. Si una relación de noviazgo se extiende más allá de los dos o tres años corre el riesgo de terminarse. Por otro lado, si un noviazgo se configuró a distancia y de repente se decide vivir juntos, también hay menos probabilidades de que esta relación sobreviva. Como lo dije antes, nada está escrito en piedra.
Independencia emocional
Nadie puede amar a alguien si primero no se ama a sí mismo. Si yo logro estar bien, estaré bien con el otro. Una persona sana emocionalmente, ama de forma sana; una persona enferma, ama de forma enferma. No puedo esperar a que el otro me haga feliz, tengo que primero ser feliz yo mismo para poder compartir mi felicidad con mi pareja. Recuerde que nadie me completa, ni yo completo a nadie. Una relación significa compartir con alguien que ya está completo, que no sufre de ninguna carencia emocional, por tanto, tolera la soledad, ya que ha aprendido a vivir, disfrutar y estar consigo mismo. Deseo estar con mi pareja no por necesidad sino por preferencia. Podría vivir sin ella, más elijo vivir con ella.
¿Estoy dispuesto a conservar en mi vida de casados, mis propios espacios, mis metas, mis amistades, mis gustos, mis intereses, mis actividades? o equivocadamente ¿pienso dejar de ser yo mismo y fusionarme con el otro?, ¿estoy dispuesto a ser libre y dejar ser libre a mi pareja, sin el afán de invadir su privacidad, sus espacios, sus tiempos, sus amistades, su familia; sin la necesidad de controlarla, celarla o creer que me pertenece?, ¿soy una persona insegura, desconfiada y con poco amor propio? Si he aprendido a amarme a mí mismo, y a no depender del otro, estoy preparado para vivir en pareja, si no necesito trabajar esos aspectos en mi vida antes de tomar esa gran decisión.
Independencia en lo cotidiano
Ser independiente en lo cotidiano es imprescindible antes de casarse, tanto para hombres como para mujeres; por eso pregúntese: ¿necesito de mi familia para cosas básicas como cocinar, barrer, lavar o planchar mi ropa?, ¿puedo cuidarme a mí mismo o todavía sufro de mamitis? Hay personas que cuando se casan esperan que la pareja sea la mamá o el papá para que los sirva, los proteja, y que se encargue de las cosas que él mismo debe y puede hacer. Una vida de casados comprende ayudarse mutuamente en los quehaceres del hogar, pero asumir aquellas cosas que puedo hacer por mí mismo.
Independencia en lo económico
Sabemos que podemos dar ese gran paso cuando somos capaces de ser autosuficientes, a no depender de los padres económicamente, ya que podemos generar nuestros propios ingresos; para eso es necesario que ambos o al menos uno de los dos tenga un trabajo estable que permita cubrir todos los gastos de la casa: alquiler, comida, movilidad, servicios básicos, etc. Esto debe preverse con el fin de que no cometamos el error de vivir en casa de los padres o en casa de los suegros; siempre será mejor vivir solamente los dos (CASA-DOS: CASA PARA DOS.), así podemos evitar injerencias de la familia en la vida de pareja.
En las metas personales
Hay parejas, cuyos metas personales (estudiar, encontrar un trabajo) ya las han logrado, lo que facilita la planificación de vivir juntos; en cambio hay otras que postergan el matrimonio porque uno de ellos aún no las consigue y esto se convierte en un obstáculo para dar ese paso. Así también, sucede que otras parejas (muchos de ellos adolescentes aún) deciden vivir juntos debido a un embarazo, y como no poseen una profesión ni un trabajo estable, terminan siendo mantenidos y viviendo en casa de los padres o de los suegros; aduciendo que por ahora trabajarán y posteriormente estudiarán o viceversa, y luego se irán a vivir aparte.
¿Es la persona indicada?
A veces pensamos vivir en pareja por el solo hecho de que estamos enamorados y creemos que cuando hay amor, hay todo, y que con eso es suficiente. Más el amor es solo uno de los criterios para convivir en pareja.
Estar preparado para casarme, incluye preguntarme si mi pareja es la persona adecuada con la que deseo pasar el resto de mis días. Hay que cuestionarse ¿qué tipo de relación quiero?, y ¿qué tipo de relación tengo? Ya que el estado de enamoramiento no nos permite identificar en el otro todas sus limitaciones y lo idealizamos, y desde esa posición asumimos que es la persona correcta. ¿Cuántas personas, a los pocos meses de relación, obnubiladas por el enamoramiento se casan creyendo estar con el amor de su vidas?
ENAMORAMIENTO: EN-AMOR-MIENTO. Nos engañamos a nosotros mismos para luego decepcionarnos, ya que cuando se convive en pareja afloran las imperfecciones y sentimos que el otro ha cambiado. Ocurre también, que a veces una persona se enamora de nosotros y nosotros no estamos tan involucrados en la relación, y no nos preguntamos si realmente lo elegimos o nos estamos conformando con ese alguien que nos ama.
Ambos escenarios nos pueden generar una relación tóxica, pues vamos visualizando situaciones en el otro que no nos gustan y acostumbrándonos a eso, y cuando estamos en el noviazgo creemos que el otro va a cambiar para convertirse en aquello que esperamos, situación que muy difícil sucederá en la vida de casados. Por eso tenemos que evaluar: ¿qué tipo de persona yo quiero?, ¿en qué tipo de relación me deseo involucrar?, ¿qué es lo que NO quiero en mi pareja?, ¿tiene mi novio o mi novia eso que yo deseo en una pareja?
Para todo esto necesito conocerme. Si no me conozco, elegiré mal. Lo ideal es tener una relación saludable, a partir de las expectativas que yo tengo, no de lo que el otro está buscando, de manera que sea yo quien elija la pareja que deseo en la vida y no me conforme con alguien que me gusta mucho y que tal vez no esté psicológicamente disponible porque padece de algún problema de salud mental (celos patológicos, agresividad, drogadicción, alcoholismo, dependencia, frialdad etc.), y me quede atrapado en una relación que me hace infeliz. Algunas veces estamos listos para casarnos, pero no con esa persona.
Nadie puede amar a quien no conoce. Muchas personas deciden casarse o vivir juntos, mas no se conocen entre ellos, es decir saben que hay cosas que les gusta hacer juntos, se divierten, la pasan bien, conocen quizá ciertas cosas: el lado que mi pareja prefiere dormir, sus aspiraciones, sus gustos, más nos olvidamos de otras cosas como sus defectos, virtudes, ideologías y valores.
No es recomendable que una pareja decida vivir junta en la etapa de enamoramiento, ya que en este periodo la psiquis emplea un mecanismo de atención selectiva, un vendaje que nos lleva a visualizar en el otro sólo lo que nos gusta, sin percibir su lado oscuro. Estar preparado para vivir en pareja, supone que usted conozca en lo posible los dos lados del otro, a sabiendas de que cuando llegue ese momento de convivencia diaria conoceremos otras cosas de la pareja.
El autoconocimiento como pareja es un proceso, podemos conocernos como novios, sin embargo, la convivencia de casados es completamente diferente a la convivencia del noviazgo, de modo que, podemos convertirnos en otra persona, ya que como seres humanos somos dinámicos y estamos en constante cambio; pero sobre todo porque empiezo a mostrar otras facetas de quien soy y que sólo se perciben y manifiestan en lo cotidiano, pues nos toca compartir espacios, tiempos, hábitos, costumbres y defectos del otro.
Pregúntese
¿Puedo tolerar y ceder estos defectos que conozco en él o ella?, ¿los defectos del otro sobrepasan mi dignidad como ser humano?, de ser así ¿vale la pena quedarme?, ¿peleamos más de lo que la pasamos bien?, ¿tenemos la capacidad de solucionar, negociar, acordar o ceder ante algún conflicto?, ¿somos demasiado diferentes en nuestra forma de pensar?, ¿somos radicalmente distintos en personalidad: ideologías(religiosas, políticas, y vida en general), valores y principios?, ¿tenemos más gustos en común, o son pocos o ninguno?, ¿tenemos metas en común, pocas o ninguna?, ¿mis prioridades se parecen a las de mi pareja, o mi momento histórico con él o ella impiden que podamos vivir juntos aún? Las respuestas a estas preguntas son vitales a la hora de decidir casarse.
Sabemos que amamos cuando somos capaces de tolerar al otro en toda su dimensión. En el amor no hay garantías, vivir en pareja implica alimentar el amor día a día, “hoy decido estar contigo, mañana no sé, voy a vivir el aquí y el ahora al lado tuyo, porque amarte significa esta o a darte razones a ti para enamorarte de mí todos los días”. Recuerde que el amor es un punto de llegada, no de partida. No se puede amar completamente a alguien en el noviazgo, sino hasta que se convive en pareja, allí nace el verdadero amor.
Por: Ps. Fabricio Eras Bustamante
Psicólogo Clínico en Fundación Vista para Todos
psiferas@gmail.com
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